Cinco prácticas respaldadas por la ciencia para vivir más sin gastar una fortuna

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Cinco prácticas respaldadas por la ciencia para vivir más sin gastar una fortuna

Estudios científicos señalan que es posible prolongar la vida y mejorar su calidad mediante prácticas cotidianas, sin necesidad de invertir grandes sumas de dinero.

el ejercicio cardiovascular como el entrenamiento de fuerza están asociados a una menor mortalidad por su impacto positivo en la salud cardiovascular. (Foto: Prensa Libre / Shutterstock)


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Los investigadores advierten que no se necesita una suscripción al gimnasio de US$40 mil ni un escáner de cuerpo completo para llevar una vida más larga y saludable.

Existen clínicas privadas que, por US$20 mil, ofrecen secuenciación del genoma y escáneres corporales. Gimnasios con cuotas anuales de hasta US$40 mil. Intercambios de plasma por más de US$10 mil cada uno. Entrenamientos del sueño y dispositivos que superan los US$300.

Buscar la “longevidad” se ha convertido en un pasatiempo costoso, además de que consume tiempo. Pero no tiene por qué ser así: los expertos afirman que muchas de las prácticas con más respaldo científico para prolongar la vida también son las más accesibles.

Las opciones sencillas de estilo de vida, como alimentarse bien y hacer ejercicio con regularidad, son “las tácticas de longevidad más efectivas y bien respaldadas”, y “nada se les acerca”, según John Tower, profesor de Ciencias Biológicas en la Facultad de Gerontología Leonard Davis de la Universidad del Sur de California.

En cambio, los suplementos recomendados por influentes, los tratamientos con oxígeno y las terapias con células madre “son experimentales en el mejor de los casos”, señaló Joseph Coughlin, director del AgeLab del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Si se desea vivir más y mejor, es preferible adoptar “lo que la ciencia y la historia han confirmado”.

Leer más: ¿Por qué las mujeres viven más que los hombres? Descubre las claves científicas de su longevidad.

1. Ejercicio, sin importar dónde

Los gimnasios de alto nivel pueden ofrecer entrenadores personales y mediciones biométricas, pero es el ejercicio en sí lo que ha demostrado mejorar la salud y la longevidad, afirmó Roger Fielding, científico jefe del Centro de Investigación en Nutrición Humana y Envejecimiento del USDA en la Universidad de Tufts.

Tanto el ejercicio cardiovascular como el entrenamiento de fuerza están asociados a una menor mortalidad por su impacto positivo en la salud cardiovascular. Caminar 30 minutos diarios por el vecindario ya reduce significativamente el riesgo, al igual que realizar ejercicios de resistencia en casa.

La Asociación Americana del Corazón recomienda al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada (como caminar) o 75 minutos de actividad intensa (como correr o nadar). Sin embargo, “cualquier nivel de actividad física es mejor que ninguno”, puntualizó Fielding.

2. Una dieta sana supera a los suplementos

Algunas personas recurren a estrategias como la restricción calórica, el ayuno, dietas cetogénicas y suplementos, pero muchos de estos métodos no han sido suficientemente estudiados en humanos.

Es preferible optar por alimentos integrales no procesados, indicó Anne-Julie Tessier, dietista y profesora adjunta de Nutrición en la Universidad de Montreal. Las dietas como la mediterránea o DASH, basadas en cereales integrales, frutas, verduras y proteínas magras, reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares y, por tanto, pueden alargar la vida.

Comer sano puede resultar costoso, pero Tessier recomienda sustituir productos frescos por opciones congeladas, que son igual de nutritivas y más económicas.

3. Dormir bien y suficiente

Dormir alrededor de siete horas ininterrumpidas por noche se asocia con una mayor longevidad. La falta de sueño, así como el exceso, son factores de riesgo de muerte prematura, explicó Brienne Miner, profesora adjunta de Medicina en Yale, especialista en envejecimiento y sueño.

No hay evidencia sólida de que los costosos rastreadores del sueño o las clínicas privadas puedan mejorar el descanso sin un cambio real en el estilo de vida. Incluso pueden inducir ansiedad por el sueño, lo cual agrava el problema.

Para dormir mejor, recomienda mantener horarios constantes, hacer ejercicio, socializar y evitar el alcohol. Productos simples como antifaces, máquinas de ruido blanco o terapia cognitivo-conductual pueden ser más útiles y económicos, indicó Girardin Jean-Louis, director del Centro de Ciencias del Sueño de la Universidad de Miami.

Para dormir mejor, recomienda mantener horarios constantes, hacer ejercicio, socializar y evitar el alcohol. (Foto: Prensa Libre / Shutterstock)

4. Cultivar el optimismo

La salud mental también influye en la longevidad. La depresión y la soledad aumentan el riesgo de muerte. Aunque algunos recurren a terapias psicodélicas, entrenar la mente para el optimismo es más accesible.

El optimismo puede alargar la vida, explicó Laura Kubzansky, profesora en la Escuela de Salud Pública de Harvard. Esto se puede fomentar con ejercicios de escritura o terapia conversacional.

Rodearse de personas cercanas también aporta beneficios al estado de ánimo y al sistema inmunológico. No obstante, la conexión social debe ser “nutritiva y de apoyo”, advirtió Judith Carroll, profesora asociada en la Universidad de California en Los Ángeles.

5. Medir lo que importa

Las pruebas de “edad biológica” —que analizan sangre o saliva para estimar la salud celular— son costosas y poco precisas. “No son lo bastante sofisticadas como para ofrecer una conclusión definitiva”, explicó William Mair, profesor de Metabolismo Molecular en Harvard.

Mair aconseja concentrarse en cómo se siente la persona tras adoptar hábitos saludables. “¿Gastaría yo mucho dinero en productos no probados? Probablemente no”, concluyó.

 Estudios científicos señalan que es posible prolongar la vida y mejorar su calidad mediante prácticas cotidianas, sin necesidad de invertir grandes sumas de dinero.  

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Cinco prácticas respaldadas por la ciencia para vivir más sin gastar una fortuna

Estudios científicos señalan que es posible prolongar la vida y mejorar su calidad mediante prácticas cotidianas, sin necesidad de invertir grandes sumas de dinero.

el ejercicio cardiovascular como el entrenamiento de fuerza están asociados a una menor mortalidad por su impacto positivo en la salud cardiovascular. (Foto: Prensa Libre / Shutterstock)

Los investigadores advierten que no se necesita una suscripción al gimnasio de US$40 mil ni un escáner de cuerpo completo para llevar una vida más larga y saludable.

Existen clínicas privadas que, por US$20 mil, ofrecen secuenciación del genoma y escáneres corporales. Gimnasios con cuotas anuales de hasta US$40 mil. Intercambios de plasma por más de US$10 mil cada uno. Entrenamientos del sueño y dispositivos que superan los US$300.

Buscar la “longevidad” se ha convertido en un pasatiempo costoso, además de que consume tiempo. Pero no tiene por qué ser así: los expertos afirman que muchas de las prácticas con más respaldo científico para prolongar la vida también son las más accesibles.

Las opciones sencillas de estilo de vida, como alimentarse bien y hacer ejercicio con regularidad, son “las tácticas de longevidad más efectivas y bien respaldadas”, y “nada se les acerca”, según John Tower, profesor de Ciencias Biológicas en la Facultad de Gerontología Leonard Davis de la Universidad del Sur de California.

En cambio, los suplementos recomendados por influentes, los tratamientos con oxígeno y las terapias con células madre “son experimentales en el mejor de los casos”, señaló Joseph Coughlin, director del AgeLab del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Si se desea vivir más y mejor, es preferible adoptar “lo que la ciencia y la historia han confirmado”.

Leer más: ¿Por qué las mujeres viven más que los hombres? Descubre las claves científicas de su longevidad.

1. Ejercicio, sin importar dónde

Los gimnasios de alto nivel pueden ofrecer entrenadores personales y mediciones biométricas, pero es el ejercicio en sí lo que ha demostrado mejorar la salud y la longevidad, afirmó Roger Fielding, científico jefe del Centro de Investigación en Nutrición Humana y Envejecimiento del USDA en la Universidad de Tufts.

Tanto el ejercicio cardiovascular como el entrenamiento de fuerza están asociados a una menor mortalidad por su impacto positivo en la salud cardiovascular. Caminar 30 minutos diarios por el vecindario ya reduce significativamente el riesgo, al igual que realizar ejercicios de resistencia en casa.

La Asociación Americana del Corazón recomienda al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica moderada (como caminar) o 75 minutos de actividad intensa (como correr o nadar). Sin embargo, “cualquier nivel de actividad física es mejor que ninguno”, puntualizó Fielding.

2. Una dieta sana supera a los suplementos

Algunas personas recurren a estrategias como la restricción calórica, el ayuno, dietas cetogénicas y suplementos, pero muchos de estos métodos no han sido suficientemente estudiados en humanos.

Es preferible optar por alimentos integrales no procesados, indicó Anne-Julie Tessier, dietista y profesora adjunta de Nutrición en la Universidad de Montreal. Las dietas como la mediterránea o DASH, basadas en cereales integrales, frutas, verduras y proteínas magras, reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares y, por tanto, pueden alargar la vida.

Comer sano puede resultar costoso, pero Tessier recomienda sustituir productos frescos por opciones congeladas, que son igual de nutritivas y más económicas.

3. Dormir bien y suficiente

Dormir alrededor de siete horas ininterrumpidas por noche se asocia con una mayor longevidad. La falta de sueño, así como el exceso, son factores de riesgo de muerte prematura, explicó Brienne Miner, profesora adjunta de Medicina en Yale, especialista en envejecimiento y sueño.

No hay evidencia sólida de que los costosos rastreadores del sueño o las clínicas privadas puedan mejorar el descanso sin un cambio real en el estilo de vida. Incluso pueden inducir ansiedad por el sueño, lo cual agrava el problema.

Para dormir mejor, recomienda mantener horarios constantes, hacer ejercicio, socializar y evitar el alcohol. Productos simples como antifaces, máquinas de ruido blanco o terapia cognitivo-conductual pueden ser más útiles y económicos, indicó Girardin Jean-Louis, director del Centro de Ciencias del Sueño de la Universidad de Miami.

Para dormir mejor, recomienda mantener horarios constantes, hacer ejercicio, socializar y evitar el alcohol. (Foto: Prensa Libre / Shutterstock)

4. Cultivar el optimismo

La salud mental también influye en la longevidad. La depresión y la soledad aumentan el riesgo de muerte. Aunque algunos recurren a terapias psicodélicas, entrenar la mente para el optimismo es más accesible.

El optimismo puede alargar la vida, explicó Laura Kubzansky, profesora en la Escuela de Salud Pública de Harvard. Esto se puede fomentar con ejercicios de escritura o terapia conversacional.

Rodearse de personas cercanas también aporta beneficios al estado de ánimo y al sistema inmunológico. No obstante, la conexión social debe ser “nutritiva y de apoyo”, advirtió Judith Carroll, profesora asociada en la Universidad de California en Los Ángeles.

5. Medir lo que importa

Las pruebas de “edad biológica” —que analizan sangre o saliva para estimar la salud celular— son costosas y poco precisas. “No son lo bastante sofisticadas como para ofrecer una conclusión definitiva”, explicó William Mair, profesor de Metabolismo Molecular en Harvard.

Mair aconseja concentrarse en cómo se siente la persona tras adoptar hábitos saludables. “¿Gastaría yo mucho dinero en productos no probados? Probablemente no”, concluyó.

 Prensa Libre | Vida

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