‘Sujo’: entre la realidad y el sueño, la violencia cruda y sin espectáculo (****)

<p>No hace tanto el director Alex Garland, amigo de las provocaciones tanto como de las pedradas, se lamentaba en estas mismas páginas de la facilidad del cine para hacer que todo resulte sexy, incluida la misma guerra. Especialmente ella. No quedaba claro si era ironía o simple descaro, pero ahí quedaba. De un tiempo a esta parte, con la inestimable ayuda tanto de un muy falso concepto de compasión como de los algoritmos de las plataformas, hemos visto como todo relato ambientado en las drogas y en la frontera entre México y Estados Unidos se nutre básicamente de los mismos y muy sexys elementos. <strong>Bajo la apariencia y con la excusa del verismo, el espectador es invitado a un espectáculo por fuerza despiadado de esencialmente sangre.</strong> Y, de su mano, la violencia en sus formas más descarnada se presenta como una atracción turística más. Toda una experiencia de turismo extremo desde el salón comedor de casa. Lo que importa no es la denuncia sino la triste sensación de superioridad. </p>

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 Las directoras Fernanda Valadez y Astrid Rondero componen una fábula tan tierna como violenta con la firme voluntad de mirar de otro modo, de comprender de la única manera posible  

No hace tanto el director Alex Garland, amigo de las provocaciones tanto como de las pedradas, se lamentaba en estas mismas páginas de la facilidad del cine para hacer que todo resulte sexy, incluida la misma guerra. Especialmente ella. No quedaba claro si era ironía o simple descaro, pero ahí quedaba. De un tiempo a esta parte, con la inestimable ayuda tanto de un muy falso concepto de compasión como de los algoritmos de las plataformas, hemos visto como todo relato ambientado en las drogas y en la frontera entre México y Estados Unidos se nutre básicamente de los mismos y muy sexys elementos. Bajo la apariencia y con la excusa del verismo, el espectador es invitado a un espectáculo por fuerza despiadado de esencialmente sangre. Y, de su mano, la violencia en sus formas más descarnada se presenta como una atracción turística más. Toda una experiencia de turismo extremo desde el salón comedor de casa. Lo que importa no es la denuncia sino la triste sensación de superioridad.

Pues bien, contra esto precisamente es contra lo que se levanta Sujo, la más bella, mágica, provocadora (de verdad) y delicada aproximación al abismo. Por el argumento, a poco que uno lleve recorridos unos cuantos festivales de los de postín, se diría que la película ya ha sido vista. Se cuenta la historia del hijo de un sicario de los capos de la droga. El día que el padre es asesinado, el futuro de su hijo queda sellado. Con estas instrucciones, una IA medianamente competente (tampoco mucho) saca de corrido una serie de seis temporadas con o sin Pedro Pascal dentro.

Y aquí es donde interviene el pulso, la verdad y la claridad de las cineastas Fernanda Valadez y Astrid Rondero. De la primera ya sabíamos su destreza para combatir lugares comunes gracias a Sin señas particulares, una película que, también ella en la frontera, se hacía fuerte en los silencios, las pausas y los planos pautadamente largos para contar la historia de una madre sin hijo y un hijo sin madre. Se hablaba de la soledad y del dolor, pero también de asuntos como la esperanza y el reconocimiento. No todo era desolación, pese al bellísimo gesto desolado de toda la película.

Ahora, dos pasos más allá, la unión hace la grandeza. Valadez y Rondero se asocian para narrar la pelea desigual y ensordecedoramente callada de un crío contra todo lo que le rodea, incluido su propio destino. En un momento dado, a través de la puerta del aula de un instituto, se le escucha decir a la profesora que el tema que van a tratar viene del barroco. Se trata de la polémica que no cesa entre la predestinación y el libre albedrío. Sujo, encarnado como adolescente por un enorme Juan Jesús Varela, deberá encontrar la respuesta, la barroca respuesta, entre la dureza simple, se diría que clásica, de todo lo que le sale a su paso. La cámara navega sonámbula entre la fabulación y la certeza sin dejar ni por un instante que el cliché, el tópico o el simple y obsceno turismo le interrumpa el paso.Una película bella de doler. La belleza, que no la violencia, es sexy. De eso se trata. Sin duda, la película de la semana.

Dirección: Fernanda Valadez y Astrid Rondero. Intérpretes: Juan Jesús Varela, Yadira Pérez, Sandra Lorenzano, Karla Garrido. Duración: 126 minutos. Nacionalidad: México.

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