“Espero un milagro”: el clamor de un padre que busca a su hija entre lodo y escombros tras la crecida del río en Texas

A large tree is uprooted outside of a home near Camp Mystic, the site of where at least 20 girls went missing after flash flooding in Hunt, Texas, on July 5, 2025. Rescuers were on Saturday searching for more than 20 girls missing from a riverside summer camp in the US state of Texas, after torrential rains caused devastating flooding that killed at least 27 people -- with more rain on the way. "So far, we've evacuated over 850 uninjured people, eight injured people and have recovered 27 deceased fatalities at this time. Of these 27, 18 are adults, nine are children," said Kerr Country Sheriff Larry Leitha on July 5. (Photo by RONALDO SCHEMIDT / AFP)

Internacional

“Espero un milagro”: el clamor de un padre que busca a su hija entre lodo y escombros tras la crecida del río en Texas

Michael llegó a Camp Mystic con un balde, unas tenazas y la esperanza intacta. Su hija de 8 años está entre las desaparecidas tras la crecida del río en Texas. “Solo quiero hallarla”, dice.

A large tree is uprooted outside of a home near Camp Mystic, the site of where at least 20 girls went missing after flash flooding in Hunt, Texas, on July 5, 2025. Rescuers were on Saturday searching for more than 20 girls missing from a riverside summer camp in the US state of Texas, after torrential rains caused devastating flooding that killed at least 27 people -- with more rain on the way. "So far, we've evacuated over 850 uninjured people, eight injured people and have recovered 27 deceased fatalities at this time. Of these 27, 18 are adults, nine are children," said Kerr Country Sheriff Larry Leitha on July 5. (Photo by RONALDO SCHEMIDT / AFP)

Un gran árbol fue arrancado de raíz frente a una casa cerca de Camp Mystic, donde al menos 20 niñas desaparecieron tras una inundación repentina en Hunt, Texas. (Foto Prensa Libre: AFP)


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Una tenue llovizna cae en Camp Mystic, una zona de campamentos devastada el viernes por la súbita crecida del río Guadalupe, en el centro-sur de Texas. Tras sortear escombros, Michael llega hasta una cabaña invadida por el lodazal. “Mi hija estaba aquí”, dice.

La caseta de paredes de piedra luce intacta por fuera, pero tiene los vidrios reventados, aparentemente por la fuerza con la que el agua entró tras las intensas lluvias y la crecida del río, que llegó a cubrir árboles en algunos sectores de esta región de Estados Unidos.

Más cerca del afluente, una construcción de madera mucho más grande, donde funcionaba el comedor, tiene arrancada de cuajo una de sus paredes. En el suelo están regados platos desechables, botellas de jarabe para wafles y frascos de salsa Cholula, comunes en las mesas texanas.

Michael, de 40 años y quien pide no revelar su apellido, vive en Austin y envió a su hija a este campamento cristiano de verano en Texas.

La mañana del viernes recibió un mensaje en el que se informaba que su hija, de 8 años, estaba entre el grupo de 27 niñas que no habían sido localizadas después de la potente onda de agua que golpeó la zona esa madrugada.

Las autoridades han contabilizado al menos 27 víctimas: 18 adultos y 9 menores, mientras buscan a las niñas desaparecidas. Cientos de personas han sido evacuadas.

Michael lleva botas altas, un balde y tenazas para cortar metal. Se seca las lágrimas con el cuello de su camiseta e ingresa al local donde su hija dormía cuando ocurrió la tragedia.

Reconoce una toalla con su nombre. También levanta un juguete de peluche, un brazalete, una foto familiar y un bolso de la amiga que dormía junto a su hija, quien —dice— ya fue declarada fallecida.

Esa noche, en Camp Mystic dormían unas 750 menores. Aparentemente, la mayoría logró evacuar el lugar a tiempo, pero Michael cree que el agua golpeó directamente las cabañas donde dormían niñas de 8 y 9 años.

“Ellas estaban en estas dos cabañas”, afirma mientras señala una que tiene amontonados colchones, osos de peluche, maletas y baúles para ropa en la entrada. El agua de la inundación ya descendió y deja ver el caos.

Una cada 100 años

A lo largo del río todo es devastación. Hay árboles derrumbados y decenas de automóviles aparecen volteados o destruidos por la fiereza de las aguas. En medio de los escombros, equipos de rescate a pie, en camionetas, helicópteros y drones peinan la zona en busca de sobrevivientes o víctimas.

El afluente llegó a ingresar varios metros dentro de la ciudad de Kent. Incluso tumbó cercas y dañó viviendas. Un puesto de combustible desapareció. Los daños alcanzaron también a la ciudad vecina de Kerrville, donde el río subió hasta casi 10 metros y aterrorizó a los vecinos.

“Hay un dicho aquí que dice que hay una inundación cada cien años. Nosotros la tuvimos. Nunca habíamos visto algo así, y ojalá no lo volvamos a ver”, comenta Gerardo Martínez, de 61 años, dueño de un restaurante en Kerrville, mientras observa el río desde un mirador.

“Le decía a mi esposa: vemos estas cosas en la tele. No te imaginas que pasen tan cerca, sobre todo en tu ciudad. Verlo parece irreal”, expresa David Amorr, de 35 años, residente de Kerrville que llegó hasta la ribera del río, antes usada como paseo peatonal y ciclovía, ahora cubierta de lodo.

“Solo podemos pensar en que también tenemos a nuestras dos hijas. Podrían haber estado allí, en los campamentos, desaparecidas. Así que nos solidarizamos con esas familias”, agrega Amorr.

Mientras, en Camp Mystic, Michael hace una pausa, respira profundo y continúa inspeccionando los alrededores. “Espero un milagro, absolutamente”. Camp Mystic,

 Michael llegó a Camp Mystic con un balde, unas tenazas y la esperanza intacta. Su hija de 8 años está entre las desaparecidas tras la crecida del río en Texas. “Solo quiero hallarla”, dice.  

Internacional

“Espero un milagro”: el clamor de un padre que busca a su hija entre lodo y escombros tras la crecida del río en Texas

Michael llegó a Camp Mystic con un balde, unas tenazas y la esperanza intacta. Su hija de 8 años está entre las desaparecidas tras la crecida del río en Texas. “Solo quiero hallarla”, dice.

A large tree is uprooted outside of a home near Camp Mystic, the site of where at least 20 girls went missing after flash flooding in Hunt, Texas, on July 5, 2025. Rescuers were on Saturday searching for more than 20 girls missing from a riverside summer camp in the US state of Texas, after torrential rains caused devastating flooding that killed at least 27 people -- with more rain on the way. "So far, we've evacuated over 850 uninjured people, eight injured people and have recovered 27 deceased fatalities at this time. Of these 27, 18 are adults, nine are children," said Kerr Country Sheriff Larry Leitha on July 5. (Photo by RONALDO SCHEMIDT / AFP)

Un gran árbol fue arrancado de raíz frente a una casa cerca de Camp Mystic, donde al menos 20 niñas desaparecieron tras una inundación repentina en Hunt, Texas. (Foto Prensa Libre: AFP)

Una tenue llovizna cae en Camp Mystic, una zona de campamentos devastada el viernes por la súbita crecida del río Guadalupe, en el centro-sur de Texas. Tras sortear escombros, Michael llega hasta una cabaña invadida por el lodazal. “Mi hija estaba aquí”, dice.

La caseta de paredes de piedra luce intacta por fuera, pero tiene los vidrios reventados, aparentemente por la fuerza con la que el agua entró tras las intensas lluvias y la crecida del río, que llegó a cubrir árboles en algunos sectores de esta región de Estados Unidos.

Más cerca del afluente, una construcción de madera mucho más grande, donde funcionaba el comedor, tiene arrancada de cuajo una de sus paredes. En el suelo están regados platos desechables, botellas de jarabe para wafles y frascos de salsa Cholula, comunes en las mesas texanas.

Michael, de 40 años y quien pide no revelar su apellido, vive en Austin y envió a su hija a este campamento cristiano de verano en Texas.

La mañana del viernes recibió un mensaje en el que se informaba que su hija, de 8 años, estaba entre el grupo de 27 niñas que no habían sido localizadas después de la potente onda de agua que golpeó la zona esa madrugada.

Las autoridades han contabilizado al menos 27 víctimas: 18 adultos y 9 menores, mientras buscan a las niñas desaparecidas. Cientos de personas han sido evacuadas.

Michael lleva botas altas, un balde y tenazas para cortar metal. Se seca las lágrimas con el cuello de su camiseta e ingresa al local donde su hija dormía cuando ocurrió la tragedia.

Reconoce una toalla con su nombre. También levanta un juguete de peluche, un brazalete, una foto familiar y un bolso de la amiga que dormía junto a su hija, quien —dice— ya fue declarada fallecida.

Esa noche, en Camp Mystic dormían unas 750 menores. Aparentemente, la mayoría logró evacuar el lugar a tiempo, pero Michael cree que el agua golpeó directamente las cabañas donde dormían niñas de 8 y 9 años.

“Ellas estaban en estas dos cabañas”, afirma mientras señala una que tiene amontonados colchones, osos de peluche, maletas y baúles para ropa en la entrada. El agua de la inundación ya descendió y deja ver el caos.

Una cada 100 años

A lo largo del río todo es devastación. Hay árboles derrumbados y decenas de automóviles aparecen volteados o destruidos por la fiereza de las aguas. En medio de los escombros, equipos de rescate a pie, en camionetas, helicópteros y drones peinan la zona en busca de sobrevivientes o víctimas.

El afluente llegó a ingresar varios metros dentro de la ciudad de Kent. Incluso tumbó cercas y dañó viviendas. Un puesto de combustible desapareció. Los daños alcanzaron también a la ciudad vecina de Kerrville, donde el río subió hasta casi 10 metros y aterrorizó a los vecinos.

“Hay un dicho aquí que dice que hay una inundación cada cien años. Nosotros la tuvimos. Nunca habíamos visto algo así, y ojalá no lo volvamos a ver”, comenta Gerardo Martínez, de 61 años, dueño de un restaurante en Kerrville, mientras observa el río desde un mirador.

“Le decía a mi esposa: vemos estas cosas en la tele. No te imaginas que pasen tan cerca, sobre todo en tu ciudad. Verlo parece irreal”, expresa David Amorr, de 35 años, residente de Kerrville que llegó hasta la ribera del río, antes usada como paseo peatonal y ciclovía, ahora cubierta de lodo.

“Solo podemos pensar en que también tenemos a nuestras dos hijas. Podrían haber estado allí, en los campamentos, desaparecidas. Así que nos solidarizamos con esas familias”, agrega Amorr.

Mientras, en Camp Mystic, Michael hace una pausa, respira profundo y continúa inspeccionando los alrededores. “Espero un milagro, absolutamente”. Camp Mystic,

ESCRITO POR:

 Prensa Libre | Guatemala

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