Jozsef el húngaro, el portero de discoteca que se esfumó de Madrid: «La vida interesante es una mierda porque sufres»

<p>József, el protagonista de <i><strong>József el húngaro</strong></i> (La Esfera de los Libros), la primera novela de <a href=»https://www.elmundo.es/loc/famosos/2025/02/28/67c1e634fdddff26168b461c.html» target=»_blank»>Luis Enríquez, ejecutivo de los medios de información, está desaparecido</a>. «No hemos podido dar con él», dice el autor. <strong>Fernando Campos</strong>, el dueño del Irish Rover, la taberna irlandesa donde acabó trabajando József como portero, puso la historia a su disposición un verano. Enríquez entonó el <i>eureka </i>de los periodistas <strong>-«hay que contarlo»-</strong> y pocos meses después ha reconstruido el mosaico de escapadas, deserciones y exilios con inyecciones de ficción. La verdad acaba filtrándose en el sótano de la literatura. </p>

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 El ejecutivo de los medios de comunicación Luis Enríquez debuta en la novela con la crónica de una huida que acaba en el Madrid de los 90, en una taberna irlandesa: «Esa historia en el cine y en la literatura me ha encantado siempre»  

József, el protagonista de József el húngaro (La Esfera de los Libros), la primera novela de Luis Enríquez, ejecutivo de los medios de información, está desaparecido. «No hemos podido dar con él», dice el autor. Fernando Campos, el dueño del Irish Rover, la taberna irlandesa donde acabó trabajando József como portero, puso la historia a su disposición un verano. Enríquez entonó el eureka de los periodistas -«hay que contarlo»- y pocos meses después ha reconstruido el mosaico de escapadas, deserciones y exilios con inyecciones de ficción. La verdad acaba filtrándose en el sótano de la literatura.

Madrid fue el último destino de un hombre a la huida que volvió a desaparecer sin dejar rastro a principios de los 2000. «Fernando Campos», continua Enríquez, «me contó la vida de József en la playa. Una noche, cuando cerraron el garito, József decidió contar quién era». Aquel gigantón del este con puños de cemento liberó el carrete de su pasado mientras Campos, su jefe, transcribió una biografía express en la comanda. «Eran notas muy esquemáticas. Embarulladas. A József no le importaba que las tomara. Las notas no las utilicé hasta bastante tiempo después de empezar a escribir. Un lunes, después de salir de Vocento, no sabía qué hacer. Así que me puse a escribir esta historia».

Luis Enríquez es consejero de información de El Confidencial, fue consejero delegado de Vocento hasta 2024 y director general de Unidad Editorial hasta 2011. Y ahora ha escrito un libro. «Documenté la historia hasta donde pude. Traté de seguir el hilo argumental de las notas, pero fui novelando las partes que no tenía. La parte novelada no altera la historia fundamentalmente. Soy respetuoso con aquella historia que contó. Me lo planteo como una crónica. Una cámara va en el hombro del tipo y vemos lo que él ve. El punto de partida es una crónica. Supongo que es lo que hizo Tom Wolfe en Elegidos para la gloria«. La labor periodística de Enríquez alcanza hasta el punto ciego de Jószef. «Desde que no puedo encontrar al tipo, se agota. Lo otro ha sido documentar de la manera más fehaciente cómo fue la vida de Jószef. Como no puedo certificarlo, empieza la ficción».

El protagonista no tiene ningún control sobre su vida. «Todas las decisiones correctas que toma le van llevando a una huida hacia delante. El suelo detrás de los pies se le va hundiendo. Esa historia en el cine y en la literatura me ha encantado siempre. La de Apocalypto. ‘¡Corre!’. ‘¿Hacia dónde?’. ‘Tú corre’. También me llama la atención la sensación que tienes muchas veces en la vida de por aquí ya he pasado», justifica los círculos concéntricos que llevan a Jószef a vivir tres exilios en uno. Salta de Budapest a París y de París a la costa mediterránea y de la costa mediterránea a Ruanda, de Ruanda a Tánger y de Tánger a Tarifa. De todas formas, el libro resulta una baliza de Enríquez. Durante la lectura pueden reconocerse los lugares a los que acude a pacer. «Las referencias musicales de Jószef son las mías. Los grupos, las revistas, su obsesión con los Estados Unidos. Jószef quería unas Nike. Yo no las tuve hasta los 17 años».

József el húngaro es una ofrenda en el altar del nuevo periodismo. «Va dedicado a Talese, Carrère y a Thompson. He sentido fascinación por los americanos desde pequeño. Por su política, su música, su historia y su literatura. Ver a Garci recoger el Oscar de Volver a empezar te parecía que estaba en la Luna. O las imágenes de Julius Erving antes de la fascinación por Jordan. He leído todas las biografías de los presidentes americanos escritas por Robert Dallek. Supongo que todo viene del cine y del periodismo».

Su padre le cambió la vocación periodística por una carrera prometedora. «Hice lo que quiso. Fue él quien solicitó la entrevista en ICADE. Mi abuelo era periodista y poeta, pero no lo conocí. Recuerdo ir a comprar Diario 16 con mi padre al VIPS. Conocía de pequeño a Jiménez Losantos o Pedro J. Me gustaba leer artículos. Y escuchar Antena 3 radio, que eran Los intocables de Eliot Ness frente al Gobierno omnímodo de Felipe González. El sanchismo es un chiste al lado de Felipe González». El otro asidero de su afición a los periódicos es Gistau.

«Puede que suene como una estúpida plañidera, pero me encantaría pensar que a él le gusta el libro. Lo he leído mucho. Algunos párrafos los leo con su voz. Tienen el tono de Golpes bajos. La primera vez que vi a Gistau lo identifiqué en la columna porque se parecía a un amigo de un amigo que se llamaba también David Gistau. Lo leí y me quedé: me escribía a mí. No era Umbral ni Raúl del Pozo. A veces sueño con él. Tiene un día de permiso y vuelve a la vida».

El negocio de la información está atrapado. «Las redes sociales son vómito. Los medios quieren competir con las redes sociales. Los medios corren el riesgo de perseguir la leyenda ‘esto no lo leerás en ningún medio’. Los medios intentan conseguir información de una manera razonable, presentarla de una manera razonable y que además sea verdad. No tienen que destruir a Sánchez, ni a Feijóo ni sacar a Irene Montero de ningún sitio. A Bieito Rubido le decía tápame las flechas. Por cada cara, sé si le hemos dado un positivo o un negativo. Lo que detesto son las asimetrías. Me jode la posición frentista. No caben matices». Y qué decir de los lectores. «Se han dado cuenta de que se puede vivir razonablemente bien sin saber nada. Escuchas dos eslóganes en la radio, lees dos tuits y ya le da para hilar un argumento en la cena. Eso no es entender la función principal de ser ciudadano».

Cada poco aparece una pieza nueva señalándolo por la crisis de Vocento. Luis Enríquez fue el responsable de la creación de Relevo, el medio deportivo «nuevo» del que quiere deshacerse la empresa editora de ABC. «Piénsalo bien. No tiene ni tres años. Es el tercer medio, según GFK, por delante de Sport. ¿Cómo que no funciona? Se hace información razonablemente cualitativa. Necesita algo de recorrido en cuanto apuesta empresarial. The New York Times pagó 500 millones por The Athletic, que tiene Ebitda negativo. Falta paciencia empresarial. Quisimos comprar Marca. Iba a costar ¿cuánto? ¿100 millones? Pues Relevo ha costado 15 o 16 o podrías venderlo por cinco o seis veces más. Requiere más tiempo».

Jósefz, mientras tanto, sigue en paradero desconocido. «Sirve de espejo: la vida interesante es una mierda porque acabas sufriendo como un perro».

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