<p>Podría parecer que esto que va a venir a continuación fue escrito a finales de la década de los 80. También podría ser una crónica de los 90. O de principios de los 2000. Pero la realidad, por irreal que suene, es que esto es 2025 y aún se puede decir sin miedo a rubor alguno que <strong>Kylie Minogue</strong> es una diva indiscutible del pop. Y esa afirmación se sostiene sobre la base científica de que la autraliana a sus 57 años -dónde estaremos el resto a esa edad- sigue cantando, bailando, haciendo infinitos cambios de vestuario y seduciendo a persona viviente que se ponga frente a un escenario a mirarla.</p>
La australiana es la única mujer con un número 1 en cinco décadas distintas por algo. Y lo ha demostrado con un espectáculo de baile, voz y hits incomporables
Podría parecer que esto que va a venir a continuación fue escrito a finales de la década de los 80. También podría ser una crónica de los 90. O de principios de los 2000. Pero la realidad, por irreal que suene, es que esto es 2025 y aún se puede decir sin miedo a rubor alguno que Kylie Minogue es una diva indiscutible del pop. Y esa afirmación se sostiene sobre la base científica de que la autraliana a sus 57 años -dónde estaremos el resto a esa edad- sigue cantando, bailando, haciendo infinitos cambios de vestuario y seduciendo a persona viviente que se ponga frente a un escenario a mirarla.
Kylie Minogue es la única mujer con cinco números 1 en las listas británicas en cinco décadas distintas. Y eso es por algo. Porque tiene un reperterio de hits con los que poner a bailar a cualquier ser viviente sobre la faz de la tierra con la facilidad de cantar un par de versos. Eso fue lo que sucedió en la noche de este sábado en su espectáculo como cabeza de cartel del Bilbao BBK Live, con un recinto hasta los topes en cualquier de sus extremos, para ver a su diva. La de quienes empezaron a pisar las discotecas a finales de los 80 arrastrados por su Locomotion que sonó para delirio de los más veteranos o a los que acaban de llegar a la noche con Padam, Padam. Y La Minogue, así con el artículo que describre a las divas, sabe que esa diversión discotequera es la que quiere su público.
En apenas hora y media desplegó seis cambios de vestuario y una batería de hits que son difíciles hasta de enumerar en su totalidad: Supernova, TimeBomb,Magic, Hold on to now. La presentación, con unas luces estroboscópicas apuntando a los presentes, fue con It’s in your eyes y Get out my way. Dos clásicos de su repertorio que cualquier otro tendría que guardarse como traca final y que ella había despachado en los primeros cinco minutos sin darle la mayor importancia.
Aunque la intensidad de la australiana ya no es la misma que en su juventud, el despliegue de coreografías y voz son aún suficientemente destacables. Cada vez hay más momentos en que los coros le pasan por encima y la cantante dirige el micrófono hacia el público para que coree -sin error alguno- los estribillos de sus canciones. Pero la estrella del dance pop aún sigue conservando esos falsetes y esa voz nasal que siempre la ha acompañado.
Lo demostró con suficiencia en Confied in Me o en Slow dentro de una actuación que recorrió de principio a fin sus cuatro décadas dominando el pop. Desde el Kylie de 1988 al Tension II de 2024 que da nombre a la actual gira. Precisamente la canción que da nombre al álbum apareció también en el tercio final. En cada uno de esos momentos fue la australiana desplegando un outfit distinto de su inmeso armario: un mono de cuero morado, otro rojo con lentejuelas, un vestido de bailarina también rojo, un minivestido negro con flecos rosas, una capa negra, un maillot negro brillante y un último vestido con rayas amarillas y negras.
Y para cerrar el show aún tenía guardada Kylie Minogue una demostración más de poderío intergeneracional. La parte final del espectáculo arrancó con Can’t Get You Out of My Head y su inconfundible na, na, na que martilleó en todas las pistas a inicios de los 2000. La australiana se permitió cantar durante un minuto sola con el calor del público ese estribillo tras ponerle freno a su banda. Luego llegó All the lovers, otro hit que la lógica diría que estaba fuera de su época en 2010 y que sin embargo estuvo en en los top 5 de varios países y que se cerró con un cañón lanzando pompas de jabón para cubrir a todos los que bailaban sudorosos en las primeras filas.
El escenario se fundió a negro dando a entender que todo había acabado. Pero era imposible que la australiana se fuera sin desplegar el que ha sido su último gran éxito. Encaramada a lo alto de una plataforma volvió a emerger su figura y en un derroche de adulta sensualidad se contoneó Kylie Minogue al ritmo de Padam, Padam. El broche lo puso otro de sus éxitos de inicios de milenio, Love at First Sight.
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