Muere Lalo Schifrin, autor de las banda sonoras de ‘Misión Imposible’, ‘Starsky y Hutch’ o ‘Harry el sucio’

<p>»Misión imposible» no dejará de sonar, aunque Lalo Schifrin, su autor, haya <strong>muerto este jueves a los 93 años.</strong><br>Ese nombre, Lalo Schifrin, era perfecto para la resonancia internacional que obtuvo.<strong> Muy argentino, pero muy internacional también.</strong><br>Nacido el 21 de junio de 1932,<strong> a los seis años ya tocaba el piano </strong>y pasaba de ser Boris Claudio a «Lalo». Su padre, violinista, fue la puerta de acceso a la música académica , especialmente al jazz.<br>El punto de inflexión en la vida de Schifrin fue cuando conoció a<strong> Dizzy Gillespie </strong>en una visita del trompetista de jazz a la Argentina. Gillespie le propuso que fuera a los Estados Unidos para trabajar con él, y Schifrin accedió.<br>Lo hizo entre 1960 y 1962, pero esa incursión en Estados Unidos cambiaría su vida. El desembarque fue en Nueva York, pero pronto llegó a la costa oeste.<strong> Allí se convirtió en el grande que sería.</strong><br>Además de <i>Misión: imposible</i>, Schifrin dejó su huella en <i>Mannix, Starsky y Hutch, The Cincinnati Kid, Bullitt y Harry el sucio,</i> sin olvidar la música de cámara y sinfónica.<br>Más de 100 piezas musicales que le valieron <strong>un Oscar honorífico en 2018.</strong><br>»Fue un gran arreglador de jazz, un notable compositor de jazz latino, un magnífico músico clásico y un pianista virtuoso», destacó <i>Clarin</i>, el principal diario argentino.<br>Schifrin tiene también <strong>una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, cuatro premios Grammy y un Premio Max Steiner </strong>de música para cine. En 2016 fue galardonado por el Ministerio de Cultura de Francia como Commandeur des Arts et des Lettres y años después pasó a integrar el Comité de Honor de la Union des Compositeurs de Musiques de Films (U.C.M.F.) junto a figuras cono Ennio Morricone, Jean-Michel Jarre y Jean-Michel Bernard.</p>

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 El músico bonaerense es el único argentino que tiene grabada una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood  

«Misión imposible» no dejará de sonar, aunque Lalo Schifrin, su autor, haya muerto este jueves a los 93 años.
Ese nombre, Lalo Schifrin, era perfecto para la resonancia internacional que obtuvo. Muy argentino, pero muy internacional también.
Nacido el 21 de junio de 1932, a los seis años ya tocaba el piano y pasaba de ser Boris Claudio a «Lalo». Su padre, violinista, fue la puerta de acceso a la música académica , especialmente al jazz.
El punto de inflexión en la vida de Schifrin fue cuando conoció a Dizzy Gillespie en una visita del trompetista de jazz a la Argentina. Gillespie le propuso que fuera a los Estados Unidos para trabajar con él, y Schifrin accedió.
Lo hizo entre 1960 y 1962, pero esa incursión en Estados Unidos cambiaría su vida. El desembarque fue en Nueva York, pero pronto llegó a la costa oeste. Allí se convirtió en el grande que sería.
Además de Misión: imposible, Schifrin dejó su huella en Mannix, Starsky y Hutch, The Cincinnati Kid, Bullitt y Harry el sucio, sin olvidar la música de cámara y sinfónica.
Más de 100 piezas musicales que le valieron un Oscar honorífico en 2018.
«Fue un gran arreglador de jazz, un notable compositor de jazz latino, un magnífico músico clásico y un pianista virtuoso», destacó Clarin, el principal diario argentino.
Schifrin tiene también una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, cuatro premios Grammy y un Premio Max Steiner de música para cine. En 2016 fue galardonado por el Ministerio de Cultura de Francia como Commandeur des Arts et des Lettres y años después pasó a integrar el Comité de Honor de la Union des Compositeurs de Musiques de Films (U.C.M.F.) junto a figuras cono Ennio Morricone, Jean-Michel Jarre y Jean-Michel Bernard.

Dos meses antes de morir, Schifrun estrenó una nueva obra en Buenos Aires, acompañado por Rod Schejtman, reconocido compositor y pianista. La sinfonía, titulada «¡Viva la Libertad!», contó con la interpretación de la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección del maestro Emmanuel Siffert. En el final de su vida, ninguna misión era imposible.

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