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Por qué Trump debe elegir entre la diplomacia y unirse al conflicto entre Irán e Israel
Funcionarios iraníes han advertido que si Estados Unidos participa en un ataque contra sus instalaciones, pondría en peligro cualquier posibilidad del acuerdo de desarme nuclear.

Fotografía cedida por el Cuerpo de Bomberos y Rescate de Israel que muestra a un bombero apagando un incendio en un estacionamiento este miércoles, en un área sin determinar en el centro de Israel, por bombardeos iraníes. (Foto Prensa Libre: EFE)
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El presidente Donald Trump sopesaba ayer una decisión crucial en la guerra que inició hace unos días entre Israel e Irán: si debe o no entrar en la pelea ayudando a Israel a destruir las instalaciones de enriquecimiento nuclear en Fordo, que se encuentran bajo tierra, a una profundidad a la que solo puede llegar la mayor bomba “antibúnker” de Estados Unidos, lanzado por bombarderos B-2 estadounidenses.
Si decide seguir adelante, Estados Unidos se convertirá en un participante directo en un nuevo conflicto en Medio Oriente, enfrentándose a Irán exactamente en el tipo de guerra que Trump juró en sus dos campañas que evitaría. Funcionarios iraníes ya han advertido que la participación de Estados Unidos en un ataque contra sus instalaciones pondrá en peligro cualquier posibilidad que aún pueda haber de llegar a un acuerdo de desarme nuclear, que Trump insiste en que sigue interesado en alcanzar.
En un momento dado, Trump había animado a su enviado para Medio Oriente, Steve Witkoff, y posiblemente al vicepresidente JD Vance, a que se ofrecieran a reunirse con los iraníes, según un funcionario estadounidense. Pero el lunes Trump publicó en las redes sociales que “todo el mundo debería evacuar Teherán inmediatamente”, lo que difícilmente constituye una señal de progreso diplomático.
Trump también dijo el lunes que “creo que Irán está básicamente en la mesa de negociaciones, quieren llegar a un acuerdo”.
La urgencia parecía ir en aumento. La Casa Blanca anunció a última hora del lunes que Trump abandonaba anticipadamente la cumbre del Grupo de los Siete debido a la situación en Medio Oriente.
“En cuanto me vaya de aquí, vamos a hacer algo”, dijo Trump. “Pero tengo que irme de aquí”.
Aún no estaba claro qué pretendía hacer.
Si Vance y Witkoff se reunieran con los iraníes, según los funcionarios, el probable interlocutor iraní sería el ministro de Asuntos Exteriores del país, Abbas Araghchi, quien desempeñó un papel clave en el acuerdo nuclear de 2015 con el gobierno de Barack Obama y conoce todos los elementos del extenso complejo nuclear iraní. Araghchi, que ha sido la contraparte de Witkoff en las últimas negociaciones, señaló el lunes su apertura a un acuerdo en un comunicado: “Si el presidente Trump es sincero en cuanto a la diplomacia y está interesado en detener esta guerra, los próximos pasos son importantes”.
“Basta una llamada telefónica de Washington para amordazar a alguien como Netanyahu”, dijo, refiriéndose a Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí. “Eso puede allanar el camino para volver a la diplomacia”.
Pero si ese esfuerzo diplomático fracasa, o los iraníes siguen sin querer ceder a la exigencia principal de Trump de que, en última instancia, deben poner fin a todo el enriquecimiento de uranio en suelo iraní, el presidente aún tendrá la opción de ordenar que se destruyan Fordo y otras instalaciones nucleares.
Según los expertos, solo hay un arma para esa tarea. Se llama Massive Ordnance Penetrator, o GBU-57, y pesa tanto —unos 13.600 kilogramos— que solo puede ser transportada por un bombardero B-2. Israel no posee ni el arma ni el bombardero necesario para elevarla y posicionarla sobre el objetivo.
Si Trump se contiene, podría significar que el principal objetivo de Israel en la guerra nunca se completara.
“Fordo siempre ha sido el meollo de esta cuestión”, dijo Brett McGurk, quien trabajó en asuntos de Medio Oriente para cuatro presidentes estadounidenses sucesivos, desde George W. Bush hasta Joe Biden. “Si esto termina con Fordo aún enriqueciendo, entonces no es una ganancia estratégica”.
Eso ha sido cierto durante mucho tiempo, y en los dos últimos años el ejército estadounidense ha perfeccionado la operación, bajo el minucioso escrutinio de la Casa Blanca. Los ejercicios llevaron a la conclusión de que una sola bomba no resolvería el problema; cualquier ataque contra Fordo tendría que producirse en oleadas, con los B-2 lanzando una bomba tras otra por el mismo agujero. Y la operación tendría que ser ejecutada por un piloto y un equipo estadounidenses.
Todo esto estaba en el mundo de la planificación bélica hasta las salvas iniciales del viernes por la mañana en Teherán, cuando Netanyahu ordenó los ataques, declarando que Israel había descubierto una amenaza “inminente” que requería una “acción preventiva”. Nuevos datos de inteligencia, sugirió sin describir los detalles, indicaban que Irán estaba a punto de convertir sus reservas de combustible en armas.
Los funcionarios de inteligencia estadounidenses que han seguido el programa iraní durante años coinciden en que los científicos y especialistas nucleares iraníes han estado trabajando para acortar el tiempo que tomaría fabricar una bomba nuclear, pero no observaron grandes avances.
Sin embargo, en algo coinciden con McGurk y otros expertos: si la instalación de Fordo sobrevive al conflicto, Irán conservará el equipo clave que necesita para seguir en la senda hacia la bomba, aunque primero tuviera que reconstruir gran parte de la infraestructura nuclear que Israel ha dejado en ruinas durante días de bombardeos de precisión.
Puede haber otras alternativas a bombardear dichas instalaciones, aunque no son nada seguras. Si se corta la corriente eléctrica a Fordo, por saboteadores o bombardeos, podría dañar o destruir las centrifugadoras que giran a velocidades supersónicas. Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, dijo el lunes que esto podría haber ocurrido en el otro gran centro de enriquecimiento de uranio del país, Natanz. Israel cortó el suministro eléctrico a la planta el viernes, y Grossi dijo que la interrupción probablemente hizo que las centrifugadoras se descontrolaran.
Trump rara vez habla de Fordo por su nombre, pero ha aludido ocasionalmente a la GBU-57, pues ha dicho en ocasiones a sus ayudantes que él ordenó su desarrollo. Eso no es correcto: Estados Unidos empezó a diseñar el arma en 2004, durante el gobierno de George W. Bush, específicamente para derrumbar las montañas que protegen algunas de las instalaciones nucleares en lo más profundo de Irán y Corea del Norte. Sin embargo, se probó y se añadió al arsenal durante el primer mandato de Trump.
Netanyahu ha presionado para que Estados Unidos ponga a su disposición sus bombas “antibúnker” desde el gobierno de Bush, pero hasta ahora ha sido en vano. Sin embargo, personas que han hablado con Trump en los últimos meses afirman que el tema ha surgido repetidamente en sus conversaciones con el primer ministro. Cuando se le ha preguntado al respecto, Trump suele evitar una respuesta directa.
Ahora aumenta la presión. El exministro de Defensa israelí Yoav Gallant, quien dimitió en una ruptura con Netanyahu, dijo el lunes a Bianna Golodryga de CNN que “el trabajo tiene que hacerse, por Israel, por Estados Unidos”, una aparente referencia al hecho de que la bomba tendría que ser lanzada por un piloto estadounidense en un avión estadounidense. Dijo que Trump tenía “la opción de cambiar el Medio Oriente e influir en el mundo”.
Y el senador Lindsey Graham, republicano por Carolina del Sur, quien a menudo habla en nombre de los miembros tradicionales y de línea dura de su partido, dijo el domingo en CBS que “si la diplomacia no tiene éxito” él instará “al presidente Trump a ir con todo para asegurarse de que, cuando termine esta operación, no quede nada en pie en Irán en relación con su programa nuclear”.
“Si eso significa proporcionar bombas, proporcionen bombas”, dijo, y añadió, en clara referencia al Massive Ordnance Penetrator, “las bombas que sean. Si eso significa volar con Israel, vuelen con Israel”.
Pero los republicanos están lejos de estar unidos en esa postura. Y la división en el partido en torno a la decisión de utilizar o no una de las armas convencionales más potentes del Pentágono para ayudar a uno de los aliados más cercanos a Estados Unidos ha puesto de manifiesto una división mucho más profunda. No se trata solo de paralizar las centrifugadoras de Fordo; se trata también de la opinión del movimiento MAGA sobre qué tipo de guerras debe evitar Estados Unidos a toda costa.
El ala antiintervencionista del partido, a la que el influyente presentador de pódcast Tucker Carlson ha dado su voz más prominente, ha argumentado que la lección de Irak y Afganistán es que involucrarse profundamente en otra guerra en Medio Oriente solo conlleva riesgos y ningún beneficio. El viernes, Carlson escribió que Estados Unidos debería “abandonar a Israel” y “dejar que libren sus propias guerras”.
“Si Israel quiere librar esta guerra, tiene todo el derecho a hacerlo”, continuó. “Es un país soberano y puede hacer lo que le plazca. Pero no con el respaldo de Estados Unidos”.
En el Pentágono, la opinión está dividida por otras razones. Elbridge Colby, subsecretario de defensa para políticas, el puesto número tres del Pentágono, ha sostenido durante mucho tiempo que cada recurso militar dedicado a las guerras de Medio Oriente es un recurso que se desvía del Pacífico y de la contención de China. (Colby tuvo que matizar sus opiniones sobre Irán para ser confirmado).
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Por ahora, Trump puede permitirse mantener un pie en cada campo. Si hace otro intento de diplomacia coercitiva, puede convencer a los fieles de MAGA de que está utilizando la amenaza del Massive Ordnance Penetrator para llevar el conflicto a un final pacífico. Y puede decir a los iraníes que van a dejar de enriquecer uranio de un modo u otro, ya sea por acuerdo diplomático o porque una GBU-57 hizo implosionar la montaña.
Pero si la combinación de persuasión y coacción fracasa, tendrá que decidir si esta guerra es de Israel o de Estados Unidos.
Funcionarios iraníes han advertido que si Estados Unidos participa en un ataque contra sus instalaciones, pondría en peligro cualquier posibilidad del acuerdo de desarme nuclear.
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Por qué Trump debe elegir entre la diplomacia y unirse al conflicto entre Irán e Israel
Funcionarios iraníes han advertido que si Estados Unidos participa en un ataque contra sus instalaciones, pondría en peligro cualquier posibilidad del acuerdo de desarme nuclear.

Fotografía cedida por el Cuerpo de Bomberos y Rescate de Israel que muestra a un bombero apagando un incendio en un estacionamiento este miércoles, en un área sin determinar en el centro de Israel, por bombardeos iraníes. (Foto Prensa Libre: EFE)
El presidente Donald Trump sopesaba ayer una decisión crucial en la guerra que inició hace unos días entre Israel e Irán: si debe o no entrar en la pelea ayudando a Israel a destruir las instalaciones de enriquecimiento nuclear en Fordo, que se encuentran bajo tierra, a una profundidad a la que solo puede llegar la mayor bomba “antibúnker” de Estados Unidos, lanzado por bombarderos B-2 estadounidenses.
Si decide seguir adelante, Estados Unidos se convertirá en un participante directo en un nuevo conflicto en Medio Oriente, enfrentándose a Irán exactamente en el tipo de guerra que Trump juró en sus dos campañas que evitaría. Funcionarios iraníes ya han advertido que la participación de Estados Unidos en un ataque contra sus instalaciones pondrá en peligro cualquier posibilidad que aún pueda haber de llegar a un acuerdo de desarme nuclear, que Trump insiste en que sigue interesado en alcanzar.
En un momento dado, Trump había animado a su enviado para Medio Oriente, Steve Witkoff, y posiblemente al vicepresidente JD Vance, a que se ofrecieran a reunirse con los iraníes, según un funcionario estadounidense. Pero el lunes Trump publicó en las redes sociales que “todo el mundo debería evacuar Teherán inmediatamente”, lo que difícilmente constituye una señal de progreso diplomático.
Trump también dijo el lunes que “creo que Irán está básicamente en la mesa de negociaciones, quieren llegar a un acuerdo”.
La urgencia parecía ir en aumento. La Casa Blanca anunció a última hora del lunes que Trump abandonaba anticipadamente la cumbre del Grupo de los Siete debido a la situación en Medio Oriente.
“En cuanto me vaya de aquí, vamos a hacer algo”, dijo Trump. “Pero tengo que irme de aquí”.
Aún no estaba claro qué pretendía hacer.
Si Vance y Witkoff se reunieran con los iraníes, según los funcionarios, el probable interlocutor iraní sería el ministro de Asuntos Exteriores del país, Abbas Araghchi, quien desempeñó un papel clave en el acuerdo nuclear de 2015 con el gobierno de Barack Obama y conoce todos los elementos del extenso complejo nuclear iraní. Araghchi, que ha sido la contraparte de Witkoff en las últimas negociaciones, señaló el lunes su apertura a un acuerdo en un comunicado: “Si el presidente Trump es sincero en cuanto a la diplomacia y está interesado en detener esta guerra, los próximos pasos son importantes”.
“Basta una llamada telefónica de Washington para amordazar a alguien como Netanyahu”, dijo, refiriéndose a Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí. “Eso puede allanar el camino para volver a la diplomacia”.
Pero si ese esfuerzo diplomático fracasa, o los iraníes siguen sin querer ceder a la exigencia principal de Trump de que, en última instancia, deben poner fin a todo el enriquecimiento de uranio en suelo iraní, el presidente aún tendrá la opción de ordenar que se destruyan Fordo y otras instalaciones nucleares.
Según los expertos, solo hay un arma para esa tarea. Se llama Massive Ordnance Penetrator, o GBU-57, y pesa tanto —unos 13.600 kilogramos— que solo puede ser transportada por un bombardero B-2. Israel no posee ni el arma ni el bombardero necesario para elevarla y posicionarla sobre el objetivo.
Si Trump se contiene, podría significar que el principal objetivo de Israel en la guerra nunca se completara.
“Fordo siempre ha sido el meollo de esta cuestión”, dijo Brett McGurk, quien trabajó en asuntos de Medio Oriente para cuatro presidentes estadounidenses sucesivos, desde George W. Bush hasta Joe Biden. “Si esto termina con Fordo aún enriqueciendo, entonces no es una ganancia estratégica”.
Eso ha sido cierto durante mucho tiempo, y en los dos últimos años el ejército estadounidense ha perfeccionado la operación, bajo el minucioso escrutinio de la Casa Blanca. Los ejercicios llevaron a la conclusión de que una sola bomba no resolvería el problema; cualquier ataque contra Fordo tendría que producirse en oleadas, con los B-2 lanzando una bomba tras otra por el mismo agujero. Y la operación tendría que ser ejecutada por un piloto y un equipo estadounidenses.
Todo esto estaba en el mundo de la planificación bélica hasta las salvas iniciales del viernes por la mañana en Teherán, cuando Netanyahu ordenó los ataques, declarando que Israel había descubierto una amenaza “inminente” que requería una “acción preventiva”. Nuevos datos de inteligencia, sugirió sin describir los detalles, indicaban que Irán estaba a punto de convertir sus reservas de combustible en armas.
Los funcionarios de inteligencia estadounidenses que han seguido el programa iraní durante años coinciden en que los científicos y especialistas nucleares iraníes han estado trabajando para acortar el tiempo que tomaría fabricar una bomba nuclear, pero no observaron grandes avances.
Sin embargo, en algo coinciden con McGurk y otros expertos: si la instalación de Fordo sobrevive al conflicto, Irán conservará el equipo clave que necesita para seguir en la senda hacia la bomba, aunque primero tuviera que reconstruir gran parte de la infraestructura nuclear que Israel ha dejado en ruinas durante días de bombardeos de precisión.
Puede haber otras alternativas a bombardear dichas instalaciones, aunque no son nada seguras. Si se corta la corriente eléctrica a Fordo, por saboteadores o bombardeos, podría dañar o destruir las centrifugadoras que giran a velocidades supersónicas. Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, dijo el lunes que esto podría haber ocurrido en el otro gran centro de enriquecimiento de uranio del país, Natanz. Israel cortó el suministro eléctrico a la planta el viernes, y Grossi dijo que la interrupción probablemente hizo que las centrifugadoras se descontrolaran.
Trump rara vez habla de Fordo por su nombre, pero ha aludido ocasionalmente a la GBU-57, pues ha dicho en ocasiones a sus ayudantes que él ordenó su desarrollo. Eso no es correcto: Estados Unidos empezó a diseñar el arma en 2004, durante el gobierno de George W. Bush, específicamente para derrumbar las montañas que protegen algunas de las instalaciones nucleares en lo más profundo de Irán y Corea del Norte. Sin embargo, se probó y se añadió al arsenal durante el primer mandato de Trump.
Netanyahu ha presionado para que Estados Unidos ponga a su disposición sus bombas “antibúnker” desde el gobierno de Bush, pero hasta ahora ha sido en vano. Sin embargo, personas que han hablado con Trump en los últimos meses afirman que el tema ha surgido repetidamente en sus conversaciones con el primer ministro. Cuando se le ha preguntado al respecto, Trump suele evitar una respuesta directa.
Ahora aumenta la presión. El exministro de Defensa israelí Yoav Gallant, quien dimitió en una ruptura con Netanyahu, dijo el lunes a Bianna Golodryga de CNN que “el trabajo tiene que hacerse, por Israel, por Estados Unidos”, una aparente referencia al hecho de que la bomba tendría que ser lanzada por un piloto estadounidense en un avión estadounidense. Dijo que Trump tenía “la opción de cambiar el Medio Oriente e influir en el mundo”.
Y el senador Lindsey Graham, republicano por Carolina del Sur, quien a menudo habla en nombre de los miembros tradicionales y de línea dura de su partido, dijo el domingo en CBS que “si la diplomacia no tiene éxito” él instará “al presidente Trump a ir con todo para asegurarse de que, cuando termine esta operación, no quede nada en pie en Irán en relación con su programa nuclear”.
“Si eso significa proporcionar bombas, proporcionen bombas”, dijo, y añadió, en clara referencia al Massive Ordnance Penetrator, “las bombas que sean. Si eso significa volar con Israel, vuelen con Israel”.
Pero los republicanos están lejos de estar unidos en esa postura. Y la división en el partido en torno a la decisión de utilizar o no una de las armas convencionales más potentes del Pentágono para ayudar a uno de los aliados más cercanos a Estados Unidos ha puesto de manifiesto una división mucho más profunda. No se trata solo de paralizar las centrifugadoras de Fordo; se trata también de la opinión del movimiento MAGA sobre qué tipo de guerras debe evitar Estados Unidos a toda costa.
El ala antiintervencionista del partido, a la que el influyente presentador de pódcast Tucker Carlson ha dado su voz más prominente, ha argumentado que la lección de Irak y Afganistán es que involucrarse profundamente en otra guerra en Medio Oriente solo conlleva riesgos y ningún beneficio. El viernes, Carlson escribió que Estados Unidos debería “abandonar a Israel” y “dejar que libren sus propias guerras”.
“Si Israel quiere librar esta guerra, tiene todo el derecho a hacerlo”, continuó. “Es un país soberano y puede hacer lo que le plazca. Pero no con el respaldo de Estados Unidos”.
En el Pentágono, la opinión está dividida por otras razones. Elbridge Colby, subsecretario de defensa para políticas, el puesto número tres del Pentágono, ha sostenido durante mucho tiempo que cada recurso militar dedicado a las guerras de Medio Oriente es un recurso que se desvía del Pacífico y de la contención de China. (Colby tuvo que matizar sus opiniones sobre Irán para ser confirmado).
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Por ahora, Trump puede permitirse mantener un pie en cada campo. Si hace otro intento de diplomacia coercitiva, puede convencer a los fieles de MAGA de que está utilizando la amenaza del Massive Ordnance Penetrator para llevar el conflicto a un final pacífico. Y puede decir a los iraníes que van a dejar de enriquecer uranio de un modo u otro, ya sea por acuerdo diplomático o porque una GBU-57 hizo implosionar la montaña.
Pero si la combinación de persuasión y coacción fracasa, tendrá que decidir si esta guerra es de Israel o de Estados Unidos.
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